Hace dos años pasados la consultora en el Kurdistán iraquí trabajando en el campo de refugiado de Chamisku, con la presencia de Miguel Rico e Iñaki Díaz. Desde entonces hemos realizado bastantes actividades de sensibilización en colegios y universidades, contando con una exposición para que no se apague la memoria. Este texto nace de ese compromiso: no olvidar y no dejar solas a las personas yazidíes. Hoy que parece que los medios de comunicación silencio este genocicio, y que a nivel internacional no se han puesto medidas para devolverles su lugar a los miles de personas que siguen esperando en los campos de refugiados.
¿Quiénes son los yazidíes?
Un pueblo indígena del norte de Irak y Siria, con lengua, cultura y una religión milenaria propia. Su identidad ha resistido siglos de persecución. No son una nota a pie de página de la historia: son protagonistas de su territorio, su espiritualidad y su derecho a vivir en paz.
¿Qué ocurrió?
En agosto de 2014, el autodenominado Estado Islámico (Daesh) lanzó una campaña de exterminio contra la población yazidí en la región de Sinyar (Shengal). Familias enteras fueron asesinadas o secuestradas, mujeres y niñas sometidas a esclavitud sexual, niños separados y adoctrinados. Aquel ataque partió la vida de decenas de miles de personas en un antes y un después.
¿Dónde están hoy las personas yazidíes?
Once años después, muchas siguen desplazadas en campamentos del Kurdistán iraquí o dispersas en diásporas forzadas. Quienes desean volver encuentran pueblos destruidos, servicios mínimos y una seguridad frágil. La reconstrucción avanza demasiado despacio y la juventud ve su futuro atrapado entre la espera y la salida del país.
Justicia que llega a cuentagotas
Ha habido avances judiciales relevantes en algunos países europeos contra miembros de Daesh por crímenes contra la población yazidí. Pero el acceso a la justicia sigue siendo desigual y, en Irak, los mecanismos internacionales que recopilaron pruebas han cerrado su mandato. Las familias piden algo muy básico: verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.
¿Por qué no podemos olvidar?
Porque olvidar es permitir que se repita. Porque cada día que pasa sin soluciones, aumenta el riesgo de desaparición cultural, de trata, de pobreza crónica y de exilio permanente. Y porque la memoria es un derecho de las víctimas y una obligación ética de quienes las escuchamos.
Nuestra exposición: Refugiados yazidíes
Esta exposición nació de nuestra visita al Kurdistán iraquí y de las conversaciones con educadores, líderes comunitarios y sobrevivientes. Las imágenes están pensadas para el aula y para espacios públicos, con textos pedagógicos y propuestas didácticas. Desde la Consultora hemos colaborado con la ONG ACTUA S.XXI, y contamos con acciones de sensibilización subvencionadas por el Gobierno de Navarra y el Gobierno Vasco. Si quieres llevar la exposición a tu centro educativo o a tu municipio, escríbeme. También puedo acompañarla con una charla adaptada a público escolar o general.
Objetivo educativo: que el alumnado comprenda qué es un genocidio, identifique señales tempranas de deshumanización y conozca maneras concretas de actuar desde su entorno.
Qué puedes hacer (hoy mismo)
- Informarte y difundir: comparte este artículo, visita la exposición y conversa con tu entorno.
- Invitar la exposición a tu centro educativo, universidad o ayuntamiento.
- Defender la justicia: promover que los Estados investiguen y juzguen a los responsables, y que se garantice el retorno seguro y digno a Sinyar.
Para educadores: guía rápida
- Antes de la exposición: trabajar empatía y lenguaje inclusivo; situar geográficamente Sinyar y el Kurdistán iraquí.
- Durante: recorrido guiado por conceptos clave (genocidio, desplazamiento, reparación); preguntas abiertas y escucha activa.
- Después: actividad creativa (carteles contra la deshumanización), carta a representantes públicos pidiendo medidas concretas y una reflexión sobre cómo detectar discursos de odio.
Preguntas que me hacen a menudo
¿Por qué sigue habiendo campamentos? Porque el retorno requiere seguridad, servicios y medios de vida. Sin eso, volver puede ser arriesgarlo todo de nuevo.
¿Se está juzgando a los responsables? En algunos países sí, pero falta coordinación internacional y apoyo sostenido a las víctimas para participar en procesos judiciales.
¿Qué necesita la juventud yazidí? Educación, becas, apoyo psicosocial y, sobre todo, un horizonte de vida en su tierra con seguridad y trabajo digno. Estamos en contacto con algunas organizaciones que trabajan en el país, y que tratan de integrar a las jóvenes en la sociedad, después de haber pasado muchos traumas.
Deja tu comentario