Durante las últimas semanas hemos estado en el Kurdistán iraquí para realizar la Evaluación Externa del proyecto financiado por Farmamundi en el campo de refugiados yazidies de Cham Mishko, contando con la presencia del experto evaluador externo Miguel Rico. Esta población tan desconocida en nuestro mundo occidental y fuera de los videos en las RRSS, nos recuerda que hay tantos conflictos que no llegan a los medios de comunicación y que nadie defiende sus derechos humanos más básicos. Los yazidies son un pueblo de alrededor de 600.000 miembros que habita la región montañosa del norte de Irak, entre las fronteras de Siria, Irán y Turquía. Practican una ancestral religión monoteísta que se remonta a la Antigua Mesopotamia, aunque posee características comunes con el zoroastrismo, cristianismo e islam, los pueblos islamizados que le rodean les han perseguido desde mucho tiempo atrás. El estado islámico (ISIS) les atacó e invadió su ciudad más importante, Sinyar, en 2014 y la ciudad sagrada de Lalish donde se encuentra la tumba del místico sufí Adi Ibn Musafir que enseñó los preceptos religiosos del yazidismo. El ataque provocó la masacre de casi dos mil personas asesinadas, 360.000 desplazados de los cuales 200.000 aún no han vuelto a casa y permanecen en campos de refugiados donde sobreviven en durísimas condiciones. Aquel acto, reconocido por Naciones Unidas como un genocidio, dejó 2.745 huérfanos y 6.417 mujeres secuestradas por los yihadistas y utilizadas como esclavas sexuales en los campamentos del estado islámico. Hoy los sobrevivientes que malviven en los campos se ven rodeados de otros conflictos armados como el que enfrenta al PKK, Partido de los Trabajadores del Kurdistán, frente a los ejércitos de Turquía e Irak. En los últimos meses en Irán e Irak se ha recrudecido el discurso de odio contra ellos de la mano de la radicalización religiosa que sigue vigente en la región. Muchas familias todavía desconocen donde están sus familiares desaparecidos o hermanas que todavía están en poder de los islamistas. La Unión Europea no considera Irak como país prioritario y hace que el futuro de los yazidíes sea todavía una incógnita, al no poder volver a su lugar originario.
Todavía hay muchas necesidades en esta zona para poder actuar y cooperar para conseguir un verdadero desarrollo. Gracias a este tipo de evaluaciones se puede evaluar bien el impacto, eficacia, eficiencia de las ayudas recibidas y poder trabajar de manera coordinada entre ONG, financiadores y organizaciones locales, que se desviven por atender a esta población, para darles la dignidad que se merecen. Confiamos que se puedan dar apoyos externos para seguir contribuyendo en los derechos humanos de la población yazidíe.
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